U N A P A L A B R A T U Y A
Marcos 10,46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí." Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí." Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo." Llamaron al ciego, diciéndole: "Ánimo, levántate, que te llama." Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver." Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha curado." Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
HOY COMENTA EL EVANGELIO JESUS PEDRO SANTOS (Profesor de Filosofía y Religión, miembro del equipo de pastoral)
En su libro “Ensayo sobre la ceguera”, el premio nobel de literatura José Saramago presenta una sociedad en la que, debido a una epidemia desconocida, todos pierden la vista; sólo una mujer conserva la vista y se da cuenta de los extremos a los que podemos llegar los seres humanos.
Así se encuentra Bartimeo: ciego. Hasta que el encuentro con Jesús le transforma, le hace levantarse del camino para salir de su situación de impotencia y poder ver.
El encuentro con Jesús le cambia la vida, recobra la vista, y le sigue por el camino. Bartimeo se ha convertido en un discípulo.
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