U N A P A L A B R A T U Y
Lucas 9,22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día." Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?"
HOY COMENTA EL EVANGELIO JULIAN VICARIO SM (Superior de la Comunidad Marinista de Santa María del Pilar)
El camino que nos propone Jesús no es precisamente fácil. Es más bien paradójico: la vida a través de la muerte. Es un camino exigente, que incluye la subida a Jerusalen, la cruz y la negación de sí mismo: Saber amar, perdonar, ofrecerse servicialmente a los demás, crucificar nuestra propia voluntad. Pero es el camino que vale la pena, el que siguió Jesús. La Pascua está llena de alegría, pero también está muy arriba: es una subida hasta la cruz de Jerusalén. Lo que vale, cuesta. Todo supone reunucias.
Acabamos de empezar la Cuaresma. Es tiempo de opciones. Nos invita a revisar cada año nuestra dirección en la vida. Desde la Pascua anterior, seguro que nos ha crecido más el hombre viejo que el nuevo. Tendemos más a desviarnos que a seguir por el recto camino. En el camino de la Pascua no podemos conformarnos con lo que ya somos y cómo vivimos. En el "hoy" de esta Cuaresma somos invitados a hacer la opción: El camino del bien o el de la dejadez, la marcha contra corriente o la cuesta abajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario