viernes, 18 de marzo de 2011

UNA PALABRA TUYA 18 DE MARZO

U N A  P A L A B R A  T U Y A 
Mateo 5,20-26


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego.


Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto."
HOY COMENTA EL EVANGELIO PAULA SANTAS (Profesora de Educación primaria)

En este segundo viernes del tiempo de Cuaresma, Jesús nos vuelve a hablar del Perdón. Nos recuerda que las palabras no bastan, sino las actitudes que tengamos hacia los demás, hacia nosotros mismos y hacia nuestro Padre.

De qué sirve realizar una gran ofrenda ante el altar si nuestro corazón no está limpio. Primero habrá que curar nuestro corazón y luego vendrán las ofrendas o las grandes palabras.
Nos invita a seguir caminando, a seguir acercándonos a Él. Porque cuando perdonamos a nuestro hermano, nos estamos pareciendo a nuestro Padre, de ahí la unión del perdón humano con el perdón divino. Nos tenemos que desprender de los rencores, de nuestras cabezonerías, etc. y así seremos realmente libres.
¡Qué delicado es el sentido de la justicia que Jesús nos inspira! Se trata de la pureza de corazón, de santidad, y sólo se puede lograr con un constante deseo y compromiso de conversión. La justicia verdadera es la que Jesús ha proclamado e inaugurado en la cruz con su acto de perdón y de amor desmesurado. Estamos llamados continuamente a este misterio de muerte por amor. Los hermanos necesitan ver en nosotros los rasgos del rostro del amor que perdona y hace vivir.









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