U N A P A L A B R A T U Y A
Juan 8,1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?" Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra." E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor." Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."
HOY COMENTA EL EVANGELIO RICARDO SANFIZ (Profesor de Educación Primaria)
Cuaresma es un tiempo de conversión. Jesús es misericordioso y responde a las provocaciones de escribas y fariseos con el perdón de la mujer adúltera. Los que nos dedicamos al apasionante y difícil arte de educar sabemos que el buen maestro llega a sus alumnos con el ejemplo, y definitivamente es lo que nos enseña una vez más Jesús. Él vino a la tierra a salvar no a condenar. Desaprueba el adulterio invitando a la mujer a no pecar más pero le da una oportunidad de cambiar. La Cuaresma nos ofrece a todos la oportunidad de la conversión. No la desaprovechemos. Cuántas familias rotas, cuántas amistades perdidas, etc. Por no saber decir “lo siento”, o “te perdono”. Debemos esforzarnos en, como Jesús, llegar a la plenitud del perdón, sin rencores y sin recuerdos. Hay que empezar de cero. ¡Borrón y cuenta nueva!
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