Tras una larga y “reparadora” noche de descanso, nos levantamos a las 17:30 sin aplausos ni palabras.
A las 7 nos ponemos en marcha desde Palas de Rei hacía Ardua lanzamos paso a paso cada uno de nuestros pies tratando de vencer las largas subidas que ponían a prueba nuestra resistencia física y mental, aquellas interminables cuestas sacaron lo mejor de nosotros en forma de esfuerzo y compañerismo los primeros 15 kilómetros, no parecían tener fin hasta que llegamos al sitio donde teníamos que parar a reponer fuerzas alrededor de las 10 de la mañana, tras un cumpleaños feliz, entonado por el grupo al completo a Diego Nuñez, proseguimos nuestra marcha.
Las subidas que nos habían tocado en el primer tramo, eran un juego de niños, comparadas con las que tuvimos que hacer en el segundo y calor tampoco ayudaba pero sacando nuestras últimas fuerzas y recuperándonos en algún tramo llano que encontrábamos alcanzamos el destino donde pararíamos a comer a refrescarnos en el rió de agua congelada, los más atrevidos, (con bañador o ropa) y a dormir un poco.
Los últimos dos kilómetros hasta el gimnasio fueron un camino de rosas comparado con el esfuerzo realizado, a pesar de que estábamos llenos de ampollas y reventados.
Hemos hecho 31 kilómetros, mañana 36
A las 7 nos ponemos en marcha desde Palas de Rei hacía Ardua lanzamos paso a paso cada uno de nuestros pies tratando de vencer las largas subidas que ponían a prueba nuestra resistencia física y mental, aquellas interminables cuestas sacaron lo mejor de nosotros en forma de esfuerzo y compañerismo los primeros 15 kilómetros, no parecían tener fin hasta que llegamos al sitio donde teníamos que parar a reponer fuerzas alrededor de las 10 de la mañana, tras un cumpleaños feliz, entonado por el grupo al completo a Diego Nuñez, proseguimos nuestra marcha.
Las subidas que nos habían tocado en el primer tramo, eran un juego de niños, comparadas con las que tuvimos que hacer en el segundo y calor tampoco ayudaba pero sacando nuestras últimas fuerzas y recuperándonos en algún tramo llano que encontrábamos alcanzamos el destino donde pararíamos a comer a refrescarnos en el rió de agua congelada, los más atrevidos, (con bañador o ropa) y a dormir un poco.
Los últimos dos kilómetros hasta el gimnasio fueron un camino de rosas comparado con el esfuerzo realizado, a pesar de que estábamos llenos de ampollas y reventados.
Hemos hecho 31 kilómetros, mañana 36
2 comentarios:
FELIZ CAMINO Y CUMPLEAÑOS DIEGO. Un fuerte abrazo y ánimo
Se que os mola como escribo ;)
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