domingo, 15 de diciembre de 2013

En el evangelio de hoy....

Mt 11,2-11:

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!» 
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti." Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.»


Siempre me ha gustado esta  bienaventuranza secreta de Jesús: "dichosos los que no se escandalicen de mi" la dice así como el que no quiere la cosa, nada de la gran solemnidad del sermón de la montaña, y sin embargo ahí está inquietando, molestando, como tiene que hacer una buena bienaventuranza. 
De sobra sabe Jesús, que muchos de sus seguidores podíamos llegar a escandalizarnos de él, es que hace unas cosas, dice unas cosas... Si le hago caso tengo que vivir de una manera..... Que al final término revisando y re interpretando, y adaptando a mi tiempo.... En fin falsificando. Porque a veces me escandalizo de Él.

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