Las personas, comunidades cristianas e instituciones que nos adherimos a este Manifiesto nos comprometemos a dar un nuevo impulso para vivir y proponer la fe con los jóvenes y las jóvenes de hoy. Por eso:
Adoptamos una mirada positiva y esperanzada hacia este
mundo y hacia el momento que nos toca vivir: un mundo y una
época que Dios ama. Inspirándonos en la Gaudium et Spes del
Concilio Vaticano II, “los gozos y las esperanzas, las tristezas
y las angustias de los 'jóvenes' de nuestro tiempo, sobre todo
de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas,
tristezas y angustias de 'los acompañantes de jóvenes'.
Nada hay en 'la cultura juvenil' que no encuentre eco en nuestro
corazón”.
mundo y hacia el momento que nos toca vivir: un mundo y una
época que Dios ama. Inspirándonos en la Gaudium et Spes del
Concilio Vaticano II, “los gozos y las esperanzas, las tristezas
y las angustias de los 'jóvenes' de nuestro tiempo, sobre todo
de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas,
tristezas y angustias de 'los acompañantes de jóvenes'.
Nada hay en 'la cultura juvenil' que no encuentre eco en nuestro
corazón”.
Estamos convencidos de que el futuro no es incierto, es de
Dios. Nos disponemos a vivir más abiertos al viento y a las
sorpresas del Espíritu, que nos precede y prepara la ruta de los
jóvenes. Dios ama a los jóvenes y nos habla en ellos. Somos
muchas las personas y comunidades cristianas que vivimos
con pasión y gratuidad la evangelización de los jóvenes. Somos
enviados para estar, escuchar, acompañar y amarles. Somos
citados a explorar con ellos la sabiduría y los signos de Dios a
través de sus tiempos y de sus culturas. Queremos ayudarles
a prestar atención, a tomar conciencia y a acoger una Presencia
que ya habita en su corazón. Sólo podemos abrirnos a los
jóvenes partiendo de ellos mismos e iniciando una comunicación
libre y en plano de igualdad. Un joven nos ha formulado un
deseo en el Fórum: “No quiero que se haga nada sobre nosotros
sin contar con nosotros”.
Dios. Nos disponemos a vivir más abiertos al viento y a las
sorpresas del Espíritu, que nos precede y prepara la ruta de los
jóvenes. Dios ama a los jóvenes y nos habla en ellos. Somos
muchas las personas y comunidades cristianas que vivimos
con pasión y gratuidad la evangelización de los jóvenes. Somos
enviados para estar, escuchar, acompañar y amarles. Somos
citados a explorar con ellos la sabiduría y los signos de Dios a
través de sus tiempos y de sus culturas. Queremos ayudarles
a prestar atención, a tomar conciencia y a acoger una Presencia
que ya habita en su corazón. Sólo podemos abrirnos a los
jóvenes partiendo de ellos mismos e iniciando una comunicación
libre y en plano de igualdad. Un joven nos ha formulado un
deseo en el Fórum: “No quiero que se haga nada sobre nosotros
sin contar con nosotros”.
Estamos convencidos de que Jesús es el centro. Jesucristo
está vivo en medio de nosotros. Queremos presentar con
nuestro testimonio y nuestra palabra a Jesús, respuesta creíble
y completa para los jóvenes hoy. Nuestro horizonte es poder
decir como san Pablo “para mí la vida es Cristo” (Flp 1,21). El
papa Benedicto XVI nos confiesa y enseña: “Cristo no quita
nada y lo da todo”.
está vivo en medio de nosotros. Queremos presentar con
nuestro testimonio y nuestra palabra a Jesús, respuesta creíble
y completa para los jóvenes hoy. Nuestro horizonte es poder
decir como san Pablo “para mí la vida es Cristo” (Flp 1,21). El
papa Benedicto XVI nos confiesa y enseña: “Cristo no quita
nada y lo da todo”.
Estamos convencidos de que todos somos necesarios. En la
Iglesia cabemos todas las personas. Nadie sobra. Nos necesitamos.
Estamos urgidos a la comunión en la Iglesia local, presidida
por el Obispo. Para eso, hemos de mantener y recrear nuestras
identidades, relativizar modos y estilos, poner en juego los dones
y carismas y trabajar en red. La fuente viva de la comunión es
la Eucaristía: participando del mismo pan, todos nosotros formamos
un solo cuerpo que queda expresado en múltiples miembros
que enriquecen a la Iglesia y al mundo. La comunión es la
entraña de la misión. Juntos nos ponemos en misión con los
jóvenes, lo que nos exige respuestas audaces y renovadoras en
el seno de la Iglesia.
Iglesia cabemos todas las personas. Nadie sobra. Nos necesitamos.
Estamos urgidos a la comunión en la Iglesia local, presidida
por el Obispo. Para eso, hemos de mantener y recrear nuestras
identidades, relativizar modos y estilos, poner en juego los dones
y carismas y trabajar en red. La fuente viva de la comunión es
la Eucaristía: participando del mismo pan, todos nosotros formamos
un solo cuerpo que queda expresado en múltiples miembros
que enriquecen a la Iglesia y al mundo. La comunión es la
entraña de la misión. Juntos nos ponemos en misión con los
jóvenes, lo que nos exige respuestas audaces y renovadoras en
el seno de la Iglesia.
Nos comprometemos a promover comunidades cristianas
que susciten y acompañen el proceso de las personas jóvenes.
Que les busquen, les acojan en su realidad concreta y les
propongan explícitamente el evangelio de Jesucristo que llama
a la fraternidad.
que susciten y acompañen el proceso de las personas jóvenes.
Que les busquen, les acojan en su realidad concreta y les
propongan explícitamente el evangelio de Jesucristo que llama
a la fraternidad.
Nos comprometemos a alentar una pastoral de la fe. “No
se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran
idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una
Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una
orientación decisiva” (Benedicto XVI, Deus caritas est). Deseamos
partir de la experiencia espiritual que los/as jóvenes ya
viven, recuperando la interioridad como camino que conduce
al reconocimiento del amor de Dios en nuestras vidas. Buscamos
que los jóvenes descubran su vocación, construyan su identidad
personal, fijen los ojos en la Palabra de Dios, celebren con sabor
de fiesta su fe, vivan apasionados por la justicia y la solidaridad,
estén presentes en los ambientes juveniles, dialoguen con otras
culturas y religiones… Nos abrimos a nuevos lenguajes sobre
Dios que ayuden a que los jóvenes narren las huellas de Dios
en sus vidas.
se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran
idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una
Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una
orientación decisiva” (Benedicto XVI, Deus caritas est). Deseamos
partir de la experiencia espiritual que los/as jóvenes ya
viven, recuperando la interioridad como camino que conduce
al reconocimiento del amor de Dios en nuestras vidas. Buscamos
que los jóvenes descubran su vocación, construyan su identidad
personal, fijen los ojos en la Palabra de Dios, celebren con sabor
de fiesta su fe, vivan apasionados por la justicia y la solidaridad,
estén presentes en los ambientes juveniles, dialoguen con otras
culturas y religiones… Nos abrimos a nuevos lenguajes sobre
Dios que ayuden a que los jóvenes narren las huellas de Dios
en sus vidas.
Nos comprometemos a vivir con un corazón samaritano.
El ejercicio del amor solidario es un buen camino para encontrar
o recuperar la fe. Los jóvenes necesitan tomar conciencia de
su responsabilidad hacia quienes sufren la injusticia, la enfermedad
y la soledad, el racismo y la exclusión, la falta de
oportunidades y el aislamiento social… Un corazón transformado
por la solidaridad es un corazón abierto a los caminos del
Espíritu. Así se consolida la construcción de un mundo nuevo
y de un cuerpo universal.
El ejercicio del amor solidario es un buen camino para encontrar
o recuperar la fe. Los jóvenes necesitan tomar conciencia de
su responsabilidad hacia quienes sufren la injusticia, la enfermedad
y la soledad, el racismo y la exclusión, la falta de
oportunidades y el aislamiento social… Un corazón transformado
por la solidaridad es un corazón abierto a los caminos del
Espíritu. Así se consolida la construcción de un mundo nuevo
y de un cuerpo universal.
Queremos compartir la alegría de la fe con todos y todas las
jóvenes: “Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para
que también vosotros estéis en comunión con nosotros” (1 Jn
1,3). Con ellos y desde ellos, el Espíritu nos invita a esbozar la
Iglesia del mañana. Una Iglesia que acoge con el corazón
agradecido la invitación del Papa Benedicto XVI a los jóvenes
del mundo entero a celebrar su fe en la próxima Jornada
Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid en agosto
de 2011, donde todos podamos explicitar la afirmación de su
antecesor Juan Pablo II: 'Vale la pena dedicarse a la causa de
Cristo'. En este caminar nos sentimos acompañados por María,
nuestra Madre, fiel modelo de discípula para todos.
jóvenes: “Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para
que también vosotros estéis en comunión con nosotros” (1 Jn
1,3). Con ellos y desde ellos, el Espíritu nos invita a esbozar la
Iglesia del mañana. Una Iglesia que acoge con el corazón
agradecido la invitación del Papa Benedicto XVI a los jóvenes
del mundo entero a celebrar su fe en la próxima Jornada
Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid en agosto
de 2011, donde todos podamos explicitar la afirmación de su
antecesor Juan Pablo II: 'Vale la pena dedicarse a la causa de
Cristo'. En este caminar nos sentimos acompañados por María,
nuestra Madre, fiel modelo de discípula para todos.
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