Aunque es difícil reducir a las palabras lo que hemos vivido este fin de semana, para que os hagáis una idea, hay dos que lo reflejan bastante bien: familia y cristiandad.
Hemos podido disfrutar de una experiencia muy especial, reunidos gracias a Jesús de Nazaret, hemos probado lo que es convivir sin prejuicios ni preocupaciones tontas, con un espíritu servicial; también hemos aprendido a contemplar la naturaleza, olvidándonos del estrés de la rutina, a pararnos a pensar en lo que somos, a buscar en nuestro interior.
Soy testigo de que todos hemos vuelto con un prometedor destello en nuestras miradas, reflejo de nuevos propósitos y enormes ganas de amar.
Laura Fernández
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