miércoles, 4 de septiembre de 2013

CAMINO DE UNIVERSITARIOS




RECUERDOS DEL CAMINO

Este verano, entre los días 23 y 29 de julio, hemos realizado el Camino de Santiago un grupo de jóvenes  acompañados de otros tres “no tan jóvenes”, en total  10 personas.
¿Cómo surgió la idea? El grupo de catecumenado de jóvenes, ya universitarios, con el que nos hemos estado reuniendo Begoña y yo durante tres años  nos plantearon su deseo de hacer el Camino este verano.  Así comenzó. Ante su deseo y petición, ¡no podíamos defraudarles!,  y por otro lado, nosotras también creíamos muy conveniente e interesante el poder convivir y compartir en grupo una experiencia como el Camino. Así que, dejando aparcadas otras obligaciones, entre ellas las familiares que en esas fechas eran complicadas, nos pusimos de lleno a preparar todo, y el 23 de julio salimos desde el Colegio de Santa María del Pilar camino de Sarria en dos coches.
La idea de realizar el Camino siempre me había atraído pero el haberlo realizado, tal y como lo hemos hecho, ha sido una gozada y me ha proporcionado una gran cantidad de experiencias y sensaciones muy enriquecedoras.
Fue muy emocionante ver llegar al Colegio a cada uno de los jóvenes con sus mochilones, alegres y llenos de ilusión, dispuestos a emprender el Camino: Teresa, Bárbara, Antonio, Bea E., Patricia y María. Elena, que por motivos familiares no pudo realizar el camino, se acercó a despedirnos.  Junto a la imagen de la Virgen rezamos todos juntos la oración del Peregrino y a continuación emprendimos la marcha.

Paramos a comer junto a la Iglesia de Santiago en Villafranca del Bierzo, preciosa ciudad por la que transcurre el Camino; allí, entre bocata y bocata,  ya empezamos a ver  peregrinos que pasaban por el Camino hacia Santiago.
Llegamos a Sarria y después de instalarnos en el albergue y  sellar por primera vez la “credencial”, salimos a conocer la ciudad y a comprar lo necesario para la intendencia; por cierto, entre otras cosas, una empanada riquísima en un horno de pan.
La experiencia de los albergues fue novedosa y dio pie a conocer a muy diversos tipos de gente.
Con objeto de aprovechar la existencia de dos coches planteamos a los jóvenes la posibilidad de dejar parte importante de su mochilón en los coches y hacer el camino más livianos de carga. Su respuesta unánime fue negativa pues querían hacer el camino con las mochilas a cuestas. Una pequeña muestra de su magnífico espíritu para recorrer el camino como auténticos peregrinos.
Las distintas etapas estaban planteadas de la siguiente forma: levantarse muy temprano; a las 7 horas salida del albergue, ejercicios de estiramientos, oración de inicio de etapa y comienzo de la marcha. A buen paso, solíamos llegar al punto de encuentro con Bego y Guillermo que se encargaban del movimiento de los coches; en un punto del Camino parábamos a realizar una pequeña lectura sobre un valor a considerar cada día (solidaridad, sentido de la vida, el perdón, la superación, la coherencia y la alegría) y aprovechábamos para tomar una fruta, frutos secos o chuches y continuábamos la marcha hasta la llegada al final de etapa: Portomarín, Palas de Rei, Melide, Arzúa, Pedrouzo y Santiago.
Al llegar al nuevo albergue, después de instalarnos y ducharnos, íbamos a comer a algún restaurante el menú del peregrino. En Melide comimos el consabido pulpo riquísimo.
Por la tarde, después la gran siesta, a las seis de la tarde salíamos a conocer la ciudad, realizar las consabidas compras, conseguir sellos para la “credencial”, así como otro tipo de actividades hasta la hora de la cena.
Cada tarde compartíamos una actividad “sorpresa” preparada por una pareja: la de Bego y María fue exponer cada uno cómo nos sentíamos al iniciar el Camino; Patricia y Antonio sobre la tradición y la necesidad de ritos y signos a partir de un texto de “El Principito”; Bárbara y Bea M. sobre el valor prioritario que cada uno considerábamos que teníamos; Pilar y Guillermo juegos de grupo; Teresa y Bea E. escribir en papelitos el mensaje que queríamos transmitir a cada miembro del grupo. Todas resultaron fenomenales.
Más tarde, antes de la cena o después de cenar, leíamos y comentábamos un texto del Evangelio o del Papa Francisco relacionado con el valor que habíamos planteado por la mañana.
Además  tuvimos una serie de experiencias unas improvisadas y otras no, muy enriquecedoras.
El día 25 a primera hora de la mañana, llegó a Sarria en tren nuestra nieta Beatriz Menéndez; la recogió Guillermo en el coche y ambos se incorporaron a la marcha entre Portomarín y Palas de Rei.
En Palas de Rei, coincidiendo con el día de Santiago, fuimos a la misa Parroquial que fue muy emotiva dado que la noche anterior se había producido el gravísimo accidente ferroviario a las puertas de Santiago y todo el mundo estaba muy impresionado.
En Melide asistimos a una oración “ecuménica” en una pequeña capilla, preparada por un misionero Comboniano; participamos italianos, canadienses, franceses y españoles de distintas ciudades. Fue sencilla pero muy bonita, en varios idiomas y con cantos de Taize.
En cuanto a lo que yo en particular experimenté fueron muchas cosas, muy variadas, sencillas y profundas y en muchos casos difíciles de expresar.
Miedos iniciales ante las dificultades, incógnitas, posible cansancio…….
El hecho de ver al grupo de jóvenes, en muchos momentos delante de mí, hablando entre ellos, comunicándose, compartiendo…..; cuando comprendían que me costaba seguir su ritmo, siempre alguno de ellos me acompañaba.
Ver la gran cantidad de peregrinos me ha impactado; Peregrinos solitarios, en parejas,  en grupos, en familias, nacionales, extranjeros, bulliciosos, silenciosos, en bici o andando, cantando o agotados…… y siempre….. ¡Buen camino¡
Arte, iglesias, pequeñas capillas, cruceiros, puentes, paisajes, bellas y umbrías “corredoiras”, robles majestuosos, pantanos, ríos, riachuelos, pájaros, avestruces, perros, vacas, caballos,…….
Fue también una experiencia hacer toda una etapa lloviendo, así como salir la última etapa a las 6 de la mañana, siendo noche cerrada, con las linternas por el camino.
En las etapas finales, debido al cansancio acumulado, los finales de etapa me produjeron sufrimiento físico pero, junto con ello, la alegría de ver que la meta estaba ya cerca.
En la última etapa no faltó la parada en el Monte de Gozo viendo ya la ciudad de Santiago al fondo y la llegada del grupo a la plaza del Obradoiro con la imprescindible foto delante de la Catedral.
Como era deseo de los jóvenes llegamos a Santiago con tiempo de conseguir la Compostela individual y también del grupo, y asistir a continuación a la Eucaristía del Peregrino en la Catedral, con botafumeiro incluido, abrazo al santo, visita a la tumba y sobre todo una alegría y plenitud enorme.
Ha sido, como ya he repetido muchas veces, una experiencia fenomenal en la que también he descubierto muchas facetas del carácter y personalidad de cada uno de los miembros del grupo.
No quiero terminar sin dar las gracias: al Señor por habernos permitido realizar el Camino y también gracias a los jóvenes por el interés,  espíritu, ánimo, fuerza, alegría, compañerismo,….; a Guillermo por su ayuda fundamental en todo, compañía, orden, organización, previsiones, por su integración y participación en el grupo y en sus actividades; a Pelu por la ayuda en la preparación de las etapas, y en general de todo el Camino, por la gran experiencia que tiene de él; a Marga Haya y Manolo Ontañón por las ideas y material para las oraciones, los temas y las actividades complementarias.

Mª Pilar Nasarre
Agosto de 2013


Vivencias y reflexiones

Tras leer varias veces las páginas escritas por Pilar y una vez asimiladas, posiblemente sólo parcialmente, las experiencias y sensaciones vividas en el camino de Santiago quiero apuntar algunas vivencias y reflexiones sobre ello.
 Tengo que empezar diciendo que he tenido la fortuna de compartir con Antonio, Bárbara, Bea E., María, Patricia y Teresa,  con mi nieta Beatriz y  con Bego y Pilar esta experiencia del camino a lo largo de esos días. Bego y Pilar son desde hace tres años catequistas de ese grupo de jóvenes  que el próximo curso inician su segundo año de universidad.
No pretendo en estas líneas contar las peripecias del viaje; cómo nos perdimos al salir de la N-VI en As Nogais, donde estuvimos dando vueltas durante casi media hora sin encontrar la salida para ir a Sarria, ni cómo tuvimos que deshacer en el viaje de retorno a Madrid casi veinte kilómetros cerca de Allariz para encontrar una gasolinera; esas son pequeñas anécdotas del viaje que sólo reflejan, una vez más, la deficiente señalización de las carreteras españolas.
Pretendo es estas líneas sobre todo manifestar mis vivencias y sensaciones. Sensaciones de gratitud, de disponibilidad, de servicio, de superación ante las dificultades y ante el cansancio, de ilusión por llegar a la meta juntos y de satisfacción por haberla alcanzado. Podría hacer la lista más extensa porque muchas de las sensaciones y reflexiones son profundas, pero a mí no me resulta fácil verbalizarlas ni expresarlas por escrito; yo sé que viven y quedan dentro del corazón.
Gracias en primer lugar al Espíritu que, a través del quehacer diario de ese grupo, puso ante mí la necesidad de acompañarle y ponerme  a su disposición. Le agradezco el regalo que me ha ofrecido y que me ha llegado, como casi siempre hace Él, a través de terceros, de intermediarios, de signos de nuestro mundo y de nuestro entorno.
Recuerdo con especial emoción la reunión previa a la cena que tuvimos la primera noche en el patio del albergue del Monasterio de la Magdalena en Sarria;  allí tuve la ocasión de expresarles mi agradecimiento por haberme acogido en el grupo con tanta sencillez y cordialidad. Gracias una vez más a los jóvenes que me aceptaron plenamente desde el primer momento.
La sensación de que en el grupo todos estábamos a disposición de todos fue una profunda vivencia de servicio y disponibilidad; y siempre sin un mal gesto, con la sonrisa en los labios.
Estoy convencido que pocos de nosotros, yo desde luego no, habríamos llegado hasta el final sin el apoyo y la ayuda constante que supone sentir en la vida caminar al lado de alguien que te quiere, te anima y que busca tus mismos objetivos. Ese sentido de atención, de escucha, de apoyo y de acompañamiento mutuos, ¿no son el germen de un sentido comunitario en el que, libremente, nos embarcamos todos juntos? Desde mi particular vivencia creo que el hacer el camino es un excelente aprendizaje para la escucha, la ayuda, el acompañamiento y para hacer comunidad.
Aunque  por motivos logísticos unos llegamos a Santiago en coche y otros a pie no puedo olvidar la ilusión de todos por quedar a las puertas de la entrada en la plaza del Obradoiro para poder hacer todos juntos la entrada y celebrar la culminación un nuestra peregrinación.
Sólo deciros finalmente que lo vivido durante esa semana en el camino me ha dejado una sensación de plenitud, pocas veces experimentada a lo largo de la vida.
Gracias a todos, a los jóvenes en primer lugar como impulsores y protagonistas, a mi nieta Beatriz por su alegría, su naturalidad y por aceptar su cansancio con sencillez. Gracias Bego, me has parecido maravillosa. De ti Pilar ¿qué voy a decir después de cuarenta y cuatro años de matrimonio? sólo que te sigo queriendo, gracias.

Guillermo Ontañón
Agosto de 2013

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