RECUERDOS DEL CAMINO
Este verano, entre los días 23 y 29 de julio, hemos
realizado el Camino de Santiago un grupo de jóvenes acompañados de otros tres “no tan jóvenes”,
en total 10 personas.
¿Cómo surgió la idea? El grupo de
catecumenado de jóvenes, ya universitarios, con el que nos hemos estado
reuniendo Begoña y yo durante tres años nos plantearon su deseo de hacer el Camino
este verano. Así comenzó. Ante su deseo
y petición, ¡no podíamos defraudarles!, y
por otro lado, nosotras también creíamos muy conveniente e interesante el poder
convivir y compartir en grupo una experiencia como el Camino. Así que, dejando
aparcadas otras obligaciones, entre ellas las familiares que en esas fechas
eran complicadas, nos pusimos de lleno a preparar todo, y el 23 de julio salimos
desde el Colegio de Santa María del Pilar camino de Sarria en dos coches.
La idea de realizar el Camino
siempre me había atraído pero el haberlo realizado, tal y como lo hemos hecho,
ha sido una gozada y me ha proporcionado una gran cantidad de experiencias y
sensaciones muy enriquecedoras.
Fue muy emocionante ver llegar al
Colegio a cada uno de los jóvenes con sus mochilones, alegres y llenos de
ilusión, dispuestos a emprender el Camino: Teresa, Bárbara, Antonio, Bea E., Patricia
y María. Elena, que por motivos familiares no pudo realizar el camino, se
acercó a despedirnos. Junto a la imagen
de la Virgen rezamos todos juntos la oración del Peregrino y a continuación
emprendimos la marcha.
Paramos a comer junto a la
Iglesia de Santiago en Villafranca del Bierzo, preciosa ciudad por la que
transcurre el Camino; allí, entre bocata y bocata, ya empezamos a ver peregrinos que pasaban por el Camino hacia
Santiago.
Llegamos a Sarria y después de
instalarnos en el albergue y sellar por
primera vez la “credencial”, salimos a conocer la ciudad y a comprar lo
necesario para la intendencia; por cierto, entre otras cosas, una empanada
riquísima en un horno de pan.
La experiencia de los albergues
fue novedosa y dio pie a conocer a muy diversos tipos de gente.
Con objeto de aprovechar la
existencia de dos coches planteamos a los jóvenes la posibilidad de dejar parte
importante de su mochilón en los coches y hacer el camino más livianos de
carga. Su respuesta unánime fue negativa pues querían hacer el camino con las
mochilas a cuestas. Una pequeña muestra de su magnífico espíritu para recorrer
el camino como auténticos peregrinos.
Las distintas etapas estaban
planteadas de la siguiente forma: levantarse muy temprano; a las 7 horas salida
del albergue, ejercicios de estiramientos, oración de inicio de etapa y
comienzo de la marcha. A buen paso, solíamos llegar al punto de encuentro con
Bego y Guillermo que se encargaban del movimiento de los coches; en un punto
del Camino parábamos a realizar una pequeña lectura sobre un valor a considerar
cada día (solidaridad, sentido de la vida, el perdón, la superación, la
coherencia y la alegría) y aprovechábamos para tomar una fruta, frutos secos o
chuches y continuábamos la marcha hasta la llegada al final de etapa:
Portomarín, Palas de Rei, Melide, Arzúa, Pedrouzo y Santiago.
Al llegar al nuevo albergue,
después de instalarnos y ducharnos, íbamos a comer a algún restaurante el menú
del peregrino. En Melide comimos el consabido pulpo riquísimo.
Por la tarde, después la gran
siesta, a las seis de la tarde salíamos a conocer la ciudad, realizar las
consabidas compras, conseguir sellos para la “credencial”, así como otro tipo
de actividades hasta la hora de la cena.
Cada tarde compartíamos una
actividad “sorpresa” preparada por una pareja: la de Bego y María fue exponer cada
uno cómo nos sentíamos al iniciar el Camino; Patricia y Antonio sobre la
tradición y la necesidad de ritos y signos a partir de un texto de “El
Principito”; Bárbara y Bea M. sobre el valor prioritario que cada uno
considerábamos que teníamos; Pilar y Guillermo juegos de grupo; Teresa y Bea E.
escribir en papelitos el mensaje que queríamos transmitir a cada miembro del
grupo. Todas resultaron fenomenales.
Más tarde, antes de la cena o
después de cenar, leíamos y comentábamos un texto del Evangelio o del Papa
Francisco relacionado con el valor que habíamos planteado por la mañana.
Además tuvimos una serie de experiencias unas
improvisadas y otras no, muy enriquecedoras.
El día 25 a primera hora de la
mañana, llegó a Sarria en tren nuestra nieta Beatriz Menéndez; la recogió
Guillermo en el coche y ambos se incorporaron a la marcha entre Portomarín y
Palas de Rei.
En Palas de Rei, coincidiendo con
el día de Santiago, fuimos a la misa Parroquial que fue muy emotiva dado que la
noche anterior se había producido el gravísimo accidente ferroviario a las
puertas de Santiago y todo el mundo estaba muy impresionado.
En Melide asistimos a una oración
“ecuménica” en una pequeña capilla, preparada por un misionero Comboniano; participamos
italianos, canadienses, franceses y españoles de distintas ciudades. Fue
sencilla pero muy bonita, en varios idiomas y con cantos de Taize.
En cuanto a lo que yo en
particular experimenté fueron muchas cosas, muy variadas, sencillas y profundas
y en muchos casos difíciles de expresar.
Miedos iniciales ante las
dificultades, incógnitas, posible cansancio…….
El hecho de ver al grupo de
jóvenes, en muchos momentos delante de mí, hablando entre ellos, comunicándose,
compartiendo…..; cuando comprendían que me costaba seguir su ritmo, siempre
alguno de ellos me acompañaba.
Ver la gran cantidad de peregrinos
me ha impactado; Peregrinos solitarios, en parejas, en grupos, en familias, nacionales,
extranjeros, bulliciosos, silenciosos, en bici o andando, cantando o agotados……
y siempre….. ¡Buen camino¡
Arte, iglesias, pequeñas
capillas, cruceiros, puentes, paisajes, bellas y umbrías “corredoiras”, robles
majestuosos, pantanos, ríos, riachuelos, pájaros, avestruces, perros, vacas,
caballos,…….
Fue también una experiencia hacer
toda una etapa lloviendo, así como salir la última etapa a las 6 de la mañana,
siendo noche cerrada, con las linternas por el camino.
En las etapas finales, debido al
cansancio acumulado, los finales de etapa me produjeron sufrimiento físico pero,
junto con ello, la alegría de ver que la meta estaba ya cerca.
En la última etapa no faltó la
parada en el Monte de Gozo viendo ya la ciudad de Santiago al fondo y la
llegada del grupo a la plaza del Obradoiro con la imprescindible foto delante
de la Catedral.
Como era deseo de los jóvenes
llegamos a Santiago con tiempo de conseguir la Compostela individual y también
del grupo, y asistir a continuación a la Eucaristía del Peregrino en la
Catedral, con botafumeiro incluido, abrazo al santo, visita a la tumba y sobre
todo una alegría y plenitud enorme.
Ha sido, como ya he repetido
muchas veces, una experiencia fenomenal en la que también he descubierto muchas
facetas del carácter y personalidad de cada uno de los miembros del grupo.
No quiero terminar sin dar las
gracias: al Señor por habernos permitido realizar el Camino y también gracias a
los jóvenes por el interés, espíritu,
ánimo, fuerza, alegría, compañerismo,….; a Guillermo por su ayuda fundamental
en todo, compañía, orden, organización, previsiones, por su integración y
participación en el grupo y en sus actividades; a Pelu por la ayuda en la
preparación de las etapas, y en general de todo el Camino, por la gran
experiencia que tiene de él; a Marga Haya y Manolo Ontañón por las ideas y
material para las oraciones, los temas y las actividades complementarias.
Mª Pilar Nasarre
Agosto de 2013
Vivencias y reflexiones
Tras leer varias veces las
páginas escritas por Pilar y una vez asimiladas, posiblemente sólo
parcialmente, las experiencias y sensaciones vividas en el camino de Santiago
quiero apuntar algunas vivencias y reflexiones sobre ello.
Tengo que empezar diciendo que he tenido la fortuna
de compartir con Antonio, Bárbara, Bea E., María, Patricia y Teresa, con mi nieta Beatriz y con Bego y Pilar esta experiencia del camino
a lo largo de esos días. Bego y Pilar son desde hace tres años catequistas de
ese grupo de jóvenes que el próximo
curso inician su segundo año de universidad.
No pretendo en estas líneas contar
las peripecias del viaje; cómo nos perdimos al salir de la N-VI en As Nogais,
donde estuvimos dando vueltas durante casi media hora sin encontrar la salida
para ir a Sarria, ni cómo tuvimos que deshacer en el viaje de retorno a Madrid casi
veinte kilómetros cerca de Allariz para encontrar una gasolinera; esas son
pequeñas anécdotas del viaje que sólo reflejan, una vez más, la deficiente
señalización de las carreteras españolas.
Pretendo es estas líneas sobre
todo manifestar mis vivencias y sensaciones. Sensaciones de gratitud, de
disponibilidad, de servicio, de superación ante las dificultades y ante el
cansancio, de ilusión por llegar a la meta juntos y de satisfacción por haberla
alcanzado. Podría hacer la lista más extensa porque muchas de las sensaciones y
reflexiones son profundas, pero a mí no me resulta fácil verbalizarlas ni
expresarlas por escrito; yo sé que viven y quedan dentro del corazón.
Gracias en primer lugar al
Espíritu que, a través del quehacer diario de ese grupo, puso ante mí la
necesidad de acompañarle y ponerme a su
disposición. Le agradezco el regalo que me ha ofrecido y que me ha llegado,
como casi siempre hace Él, a través de terceros, de intermediarios, de signos
de nuestro mundo y de nuestro entorno.
Recuerdo con especial emoción la
reunión previa a la cena que tuvimos la primera noche en el patio del albergue del
Monasterio de la Magdalena en Sarria;
allí tuve la ocasión de expresarles mi agradecimiento por haberme
acogido en el grupo con tanta sencillez y cordialidad. Gracias una vez más a
los jóvenes que me aceptaron plenamente desde el primer momento.
La sensación de que en el grupo
todos estábamos a disposición de todos fue una profunda vivencia de servicio y
disponibilidad; y siempre sin un mal gesto, con la sonrisa en los labios.
Estoy convencido que pocos de
nosotros, yo desde luego no, habríamos llegado hasta el final sin el apoyo y la
ayuda constante que supone sentir en la vida caminar al lado de alguien que te
quiere, te anima y que busca tus mismos objetivos. Ese sentido de atención, de
escucha, de apoyo y de acompañamiento mutuos, ¿no son el germen de un sentido
comunitario en el que, libremente, nos embarcamos todos juntos? Desde mi
particular vivencia creo que el hacer el camino es un excelente aprendizaje
para la escucha, la ayuda, el acompañamiento y para hacer comunidad.
Aunque por motivos logísticos unos llegamos a
Santiago en coche y otros a pie no puedo olvidar la ilusión de todos por quedar
a las puertas de la entrada en la plaza del Obradoiro para poder hacer todos
juntos la entrada y celebrar la culminación un nuestra peregrinación.
Sólo deciros finalmente que lo
vivido durante esa semana en el camino me ha dejado una sensación de plenitud,
pocas veces experimentada a lo largo de la vida.
Gracias a todos, a los jóvenes en
primer lugar como impulsores y protagonistas, a mi nieta Beatriz por su
alegría, su naturalidad y por aceptar su cansancio con sencillez. Gracias Bego,
me has parecido maravillosa. De ti Pilar ¿qué voy a decir después de cuarenta y
cuatro años de matrimonio? sólo que te sigo queriendo, gracias.
Guillermo Ontañón
Agosto
de 2013
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