El voluntariado en la Residencia de Ancianos Hermanitas de los Pobres me ha hecho descubrir la realidad desde otro punto de vista. Los mayores con los que compartimos las tardes de los martes o de los viernes son personas que también han sido jóvenes, que han tenido sus ilusiones y sueños y muchas veces han tenido que renunciar a ellos por dificultades económicas. Lógicamente, no es la primera vez que tratamos con ancianos, ya que la gran mayoría de nosotros tenemos abuelos. Sin embargo, es una realidad totalmente diferente, ya que por ejemplo, gracias a Dios, mis abuelos no están enfermos ni en una residencia, sino que están con su familia y amigos, y no se encuentran en la misma situación. Estar una tarde a la semana con ellos te hace darte cuenta de que están deseando que vayas para estar con ellos, para jugar a algo o simplemente para hablar, ya que se ponen muy contentos cuando les contamos cosas y ellos nos las cuentan a nosotros. En concreto, el señor de la foto, Kiko, es una anciano de 96 años, aunque no los aparenta, que es un poco cascarrabias, pero en el fondo le encanta que le den conversación. "
Belén
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