domingo, 16 de febrero de 2014

En el evangelio de hoy


Mt 5,20-22a.27-28.33-34a.37:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será procesado.
Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado.
Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor".
Pues yo os digo que no juréis en absoluto.
A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno.»


Jesús es increíble, siempre nos sorprende..., en una sociedad como la suya en el que el cumplimiento de las normas religiosas era lo más fundamental, Jesús nos dice:"cumplir las normas no sirve de nada, si no lo sientes por dentro profundamente" no se trata de cumplir si ni de sentir, no se trata de ir a misa los domingos, eso no sirve de nada si no se siente profundamente lo que se está haciendo, ósea que esto no son un puñadito de normas y ritos que me tranquilizan sino, una manera profunda de vivir desde dentro, ufffff

domingo, 2 de febrero de 2014

En el evangelio de hoy

Lc 2,22-40

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.»
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.»

Siempre me ha gustado este personaje del anciano Simeón el Señor le había prometido que vería al Mesías antes de morir y pese a ser anciano, seguía acudiendo cada día al templo en su busca, en estos tiempos, en los que nos cuesta tanto esperar, en el que lo queremos todos y lo queremos ya, la paciencia, la fe, la constancia de Simeón, son sin duda un interrogante, 
¿Espero yo también encontrarme con el Mesías? O ya he perdido la esperanza?